martes, 1 de marzo de 2011

El Divorcio de la Conciencia


<<Si a pesar de esa terrible presión de la “moralidad de la costumbre” bajo la que todos los seres corrientes de la humanidad han vivido, muchos miles de años antes de nuestra era, y en ella, más o menos también hasta hoy (nosotros mismos vivimos en el pequeño mundo de las excepciones y, por así decir, en la zona mala) :- si como digo, a pesar de eso brotaban ideas, valoraciones e instintos, ocurría con su acompañamiento terrible: casi en todos los casos es la locura la que abre camino a la idea nueva, la que rompe el hechizo de una costumbre, o una superstición venerable. ¿Comprendéis por qué tenía que ser la locura? ¿Algo tan aterrador e imprevisible, en su voz y su gesto, como los caprichos demoníacos del tiempo y del mar , y por ello digno de un respeto y una observación parecidos? ¿Algo que llevaba tan visible el signo de la total involuntariedad, como las convulsiones y la espuma del epiléptico, que parecía caracterizar así al loco como máscara y caja de resonancia de una divinidad? ¿Algo que daba al portador de una nueva idea respeto y temor de sí mismo y no ya remordimientos de conciencia, empujándolo a ser el profeta y el mártir de esa idea? – Mientras que a nosotros hoy se nos dice que al genio, en vez de un grano de sal, le ha sido dado un grano de la raíz de la locura, los hombres de otros tiempos estaban más cerca de pensar que allí donde hay locura, también hay un grano de genio y de sabiduría,- algo <divino>, como se decían en voz baja los unos a los otros.
Vayamos aún un paso más allá: a todos esos seres humanos superiores, que se sentían irresistiblemente impulsados a romper el yugo de cualquier moralidad y a dar nuevas leyes, no les quedaba otro remedio, si no estaban locos de verdad, que volverse o hacerse los locos.
Simplemente no pensar en nada excepto en lo que puede traer consigo un éxtasis o desorden espiritual. ¡Quién se atreve a asomarse a la selva de las penas del alma más amargas y más inútiles, que han padecido seguramente los seres humanos más fructíferos de todos los tiempos! Oíd esos suspiros de los solitarios y trastornados: ¡Oh, dioses, dadme la locura! ¡Para que, por fin, crea en mí mismo! Dadme delirios y convulsiones, luces fulminantes y tinieblas, aterradme con frío y calor, jamás sentidos por un mortal, con estruendo y fantasmas, dejadme aullar y lloriquear y arrastrarme como un animal: ¡Con tal de que halle fe en mí mismo!
Y este fervor alcanzaba demasiadas veces su objetivo demasiado bien: aquella época en la que el cristianismo demostró con mayor intensidad su riqueza de santos y ermitaños del desierto, y creyó así demostrarse a sí mismo, había en Jerusalén grandes manicomios para santos malogrados, para aquellos que habían dado su último grano de sal >>
Friedrich Nietzsche , Aurora: Reflexiones sobre prejuicios morales, Primer Libro, 1881



Fue una vez en la época de las letras y la Ilustración, en una Alemania que caminaba con paso seguro hacia sus aires de grandeza, un hombre de edad media, adelantado a su época nacido en Frankfurt, amante de los trabajos shakesperianos, Johann Wolfgang Von Goethe, mayormente conocido como Goethe en nuestra cultura occidental, entre todos sus escritos, se atrevió a sintetizar la razón de su ser, << La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada de diferente forma>>.
Según la Real Academia Española, el término “locura” es considerada una privación del juicio o del uso de la razón, una acción inconsiderada o un gran desacierto. Sería considerada como la falta de buen juicio, y hasta finales del siglo XIX sería una gran rebelión ante los paradigmas establecidos en una sociedad.
Siempre he vivido fielmente a la idea de que las grandes creaciones de la vida se dan sólo en la mente de los locos, aquellos de viven careciendo irremediablemente de la aceptación social ajena y sí, ¡Tantas ocasiones en la historia la locura ha sido relacionada con un grave desequilibrio mental! Pero ¿Cómo no? Si lo que está estipulado en nuestro mundo dentro de los parámetros de la “normalidad” llega a tener una falta de imaginación, sorpresa, belleza, inspiración, aprendizaje, viviendo en una absurda monotonía con una tremenda falta de encanto y excitación hacia lo desconocido.
Vincent Van Gogh, un loco atormentado desde muy temprana edad, en la que su vida estuvo marcada por el sufrimiento, la pobreza, ataques de epilepsia y luchando contra su peor enemigo, él mismo, por no perder la razón por completo, fue reconocido hasta después de su muerte, destinado al fracaso en vida (se dice que por un presagio que fue nombrado igual que un hermano fallecido un año antes de su nacimiento al haber nacido exactamente el mismo día) llegó, después de su suicidio, a ser considerado uno de los pintores más influyentes en el expresionismo e iniciador del abstraccionismo.

Van Gogh, con la edad de apenas veinte años entró en un conflicto emocional mayor al cual siempre había presentado desde la niñez, ahí decidió canalizar toda su genialidad en la religión y la ayuda al prójimo como misionero, pero en algún momento de su vida, en la cuna del arte, Paris, la ciudad luz, se quedó fascinado ante el trabajo de Jean- Francois Millet, sintiendo así que entraba a un terreno sagrado, un universo paralelo en el cuál su gran locura podía ser proyectada sin límites. Bien se dice la famosa historia de que en uno de sus ataques de demencia y en alguna pelea con su gran amigo Gauguin, Vincent tuvo un arranque y se cortó la oreja con la navaja de afeitar, eso creo que se podría considerar como una leyenda completa, ya que estudios afirman que tal vez el que cometió este acto fue el gran Gauguin en contra de Van Gogh, pero le aporta un gran misterio a la historia de este gran pintor que posiblemente, si el fue el que cometió este acto que lo sepultó como un gran demente, no podía continuar escuchando las voces de sus fantasmas personales.
Pero todos aquellos considerados locos en la historia, no hubieran trascendido a no ser por sus arranques, pinturas, escritos o actos “alejados de toda realidad” o “alejados de la mente” que rompieron con todas las normas que impone el mundo, cuando, por más que evolucione, siempre debes de encontrar esa chispa de locura, de emoción para no estancarte en esa vida cotidiana.
Esos locos que alguna vez fueron rechazados por su propio mundo, optaron por crear el suyo, en el que no existían los límites ni la diferencia entre el bien o el mal, simplemente lo que su corazón y mente distorsionada dictaran.
Otro claro ejemplo podría ser el gran filósofo citado al principio de este artículo, Friedrich Nietzsche se desdé joven contrajo la terrible enfermedad de sífilis por su manía de frecuentar burdeles desde muy temprana edad, y consumió todo rastro de salud llevándolo a una muerte lenta, dedicado completamente a la escritura perdiendo el juicio, y borrando esa delgada línea entre la realidad y la fantasía. Más claro no pudo haberlo proyectado, diciendo que, darle paso a la demencia es encontrar una caja de resonancia que perdurará a través del tiempo y del espacio.

Pero en nuestro mundo jamás harán falta los locos, porque son aquellos que tarde o temprano llegan a cambiar el destino, los pioneros de las nuevas corrientes que siguen saliendo como una plaga que jamás podrá llegar a ser erradicada.
Lo único que no quisiera profetizar es que en un mundo tan globalizado como el que nos toca vivir, por miedo al rechazo social encerremos en el baúl de nuestra alma ese loco que cada quien lleva dentro. Ya que debemos de comprender que la locura no es un desacierto, al contrario, es lo más acertado de nuestra existencia, borraremos los límites mentales y más que una privación del juicio o estar “alejados de la realidad” tocaremos con la yema de los dedos la verdadera realidad del mundo, que es vivir bajo expectativa.
Consideremos la locura como un don divino. Y luchemos por encontrarla, extenderla y fomentarla.
Tenemos que divorciarnos por un rato de la conciencia, dándole entrada a la locura.
Así que la próxima vez que encuentren a un loco desquiciado, sin una oreja, alcohólico, obsesionado con la artes, que ante su desgracia económica se refugia en la pintura, o a un misántropo, que no deja de cuestionarse de la razón del ser, mujeriego y ególatra.. sonrían, dejen sus juicios a un lado y sueñen despiertos, que tal vez en algún momento de la historia futura, esos locos serán aquellos que sus pasiones e inquietudes ocultas marcarán el destino de sus hijos o nietos, sus escritos o pinturas, despertarán deseos que jamás imaginaron, trazarán el camino hacia ese nuevo mundo aún desconocido para los maliciosos de su época…

3 comentarios:

  1. Acepta críticas y sugerencias, hope you like it!

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  2. MUY bueno !!!!! te voy a mandar mis tareas majo jajajaj escribes muy bienun abrazo

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  3. Mi favorito. Todos llevamos una locura interior que por miedo a las criticas sociales muchos no se atreven a conocer. Sin embargo, esa locura es el primer paso que uno necesita, ya que nos lleva soniar a lo grande. Con esa locura uno se atreve a proponerse lo imposible y luchar por conseguirlo! Intentar una y otra vez hasta alcanzar el objetivo! Como dice Einstein "La locura es hacer la misma cosa una y otra vez y esperar el mismo resultado"

    Muy bien dicho Majo! Considero este escrito como una inspiracion! Un abrazo espero vernos pronto!

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