jueves, 17 de febrero de 2011

El Poder de las Palabras


“Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámoslos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra».
Mas Yahvé descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahvé los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahvé la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie.”
“ A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito : <<¡Cuidado!>>. El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: <<¿ Ya vio lo que es el poder de la palabra?>>. Ese día lo supe.
Ahora sabemos, además, que los Mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo y, con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras.”
Gabriel García Márquez- 1997
Las palabras son un mero vínculo entre la mente y las personas a nuestro alrededor.
El maestro Gabriel García Márquez, mejor conocido como el Gabo, utiliza esta pequeña historia con moraleja en uno de sus discursos, extraído de su más reciente libro “Yo no vengo a decir un discurso” publicado a finales del año pasado.
¿Qué son las palabras?  Son mucho más que segmentos limitados por pausas o espacios, su morfología requiere mas que una simple explicación científica, tratando de darle una explicación racional y razonable a la maravillosa necesidad del hombre por comunicarse entre sí, un tributo al ingenio humano.
¿Será que todas las palabras estaban predeterminadas desde la época de las cavernas en la que el hombre tenía la inquietud de no limitarse a las pinturas rupestres?
Mediante gemidos, ruidos con una extrañeza para el hombre, las cuerdas vocales se fueron afinando, tomando color, estilo y forma, que se tornaron en sonidos jadeantes, utilizando las manos para describir sus deseos, pasiones, implementar sus obligaciones y estos, se trasformaron en susurros cuando se dieron cuenta habían creado el descubrimiento más importante de toda la humanidad.
Ni el fuego, ni el agua, tiene tanto poder como la palabra, que es la representación ingrávida e intangible de los sentimientos y pensamientos que se albergan desde nuestra parte mas conciente del cerebro, hasta en el recoveco el deseo más prohibido.
Oral o escritas, que sería del hombre sin la gran herramienta de unas cuantas figuras a las que llamamos letras o unos cuantos sonidos que si los decimos como poesía optan por tener un sentido, y así entendernos.
Que daría yo por comprobar ese cuento de la historia de Babel, creo que es mucho más que una simple metáfora bíblica, algo habrá sucedido en el ese momento en la historia en la que el hombre se cansó de aquél que no compartía sus ideas y decidió crear un lenguaje secreto entre sus compinches, abandonar su territorio y buscar fortuna apostándole al destino sin importarle que a la larga sería todo un proceso de entendimiento entre países, entre continentes que seguirían los mismos intrépidos pasos y tardarían millones de años en lograr entender de la manera más mínima los ideales de cada grupo que quisieron y soñaron con crear su propia utopía.
¿No fue hasta mediados del Siglo XVI en el que pudieron comenzar a entenderse las culturas europeas con el Nuevo Mundo?
Pero las palabras optaron por convertirse en un idioma que representaron cada cultura y civilización, de la misma manera que el lenguaje representa toda una historia en cada país, sin demeritar ninguno, bien existe un dicho que ostenta diciendo que el francés es el lenguaje del amor, el inglés de las relaciones, y el castellano es el lenguaje para hablar con Dios. Sea religioso, romántico o social, las palabras representan un enorme juego de semántica, completamente pulido o irremediablemente machado o transformado, pieza fundamental en las interrelaciones.
La perfección jamás ha sido buena, es obsesiva y aburrida, por eso debemos de jugar con el lenguaje, arrastrarlo hacia los límites de su ilimitada vida, descubrir nuevos vocablos y explorar en la jungla de las palabras e idiomas.
Simplifiquemos la gramática.
<<¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que  sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso? Son pruebas al encanto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería de ser meterla en cintura, si no al contrario, liberarla de sus fierros normativos>>
Por eso, borremos las disyuntivas, encontremos ese lenguaje oculto en todos los lenguajes que son los sentimientos, unifiquémonos y luchemos por encontrar la continuación a ese misterioso capítulo del Génesis. Destruyamos esa confusión que fue sembrada en el momento en el que los hombres dejaron de entenderse entre sí, así mejor, dejemos descansar a las palabras e interioricemos en su significado, qué es exactamente el mismo, sin importar la manera en el que lo digas o la secuencia de letras. Los sentimientos no tienen lenguaje. Vislumbramos el futuro, creamos nuestro propio Babel, ésta vez… sin confusión.